sábado, 9 de junio de 2012

Rozándome la piel.-

Prefiero evitar eso de etiquetar cada palabra y mostrar empatía por lo que no me despierta interés. Desde hace algún tiempo (cuatro o cinco miradas atrás) observar, analizar y atar cabos son piezas de mi estrategia. No planeo, pero si intento no equivocarme con el sendero no menos rocoso, pero sí más gratificante. A veces la negación es el pequeño impulso que hace falta para saber los límites a los que debemos llegar y las ventanas que nos separan. Pensábamos en ilusiones que nuestra pequeña cabeza se había imaginado como ideales en nuestros viejos trapos. Se mezclan en mi persona(lidad) todos los plurales rincones, cuando -quizás- lo que creía necesitar era un masculino singular, de esos que pocos soportan , como bien decía la voz rasgada de Rosendo. Sólo somos uno, me aprecias por lo que puedo llegar a ser en tu vida, y yo lo hago por pequeños toques. Noches y tardes, mañanas y madrugadas que no terminan en tí, si contigo, como a mi me gusta. Cerca en distancia, bastante lejano en el recuerdo de algo que me estremecía. Las consecuencias han tomado un papel protagonista en mis planes, y sí, no te voy a negar mi cambio de registro cuando estás delante. A lo largo de estos ajetreados años voy confirmando mi hipótesis funcional que relaciona un sexto sentido con cada ligera sospecha, al 99,9 por ciento de fiabilidad. Nos hemos dado cuenta. Pero yo -a mi, me, conmigo- hoy, he enfatizado  todos los acentos que provocas. Me conformo con tenerte al lado la mayor parte de las horas lentas de estas cuatro decoradas paredes, sin aguantarte lo insoportable y creando diferentes puntos de vista cuando estaba cerrada a lo mío. No sé si eres tú mismo el que te propones ejercer en mi una fuerza contradictoria y reflexiva, pero lo consigues. Aprendo de ti, me enseñas a enseñar, olvido lo convencional y saco partido a los complejos. Te escucho mirar, y te veo pensar. Esa máquina trabaja más que millones de empleados a tiempo parcial. Un mecanismo complejo digno de las mejores prosas de algún literario francés del siglo XVIII, les encantaba destripar lo oculto. Ganándote a pulso los secretos y restringiendo poco a poco las quejas. El principio del fin, todo llega, todo pasa, todo con su etapa. No tengo una ligera idea de a cuál pertenecemos, pero si tengo indicios de que vamos para largo, de que daremos que hablar, y que haremos historia (aunque no sea retransmitida en ningún medio). Y así, pasando entre baches día tras día, imaginando cosas que podían pasar y que nunca empezaron, asumiendo derrotas y tragando algo de orgullo, caí en la cuenta de que los pequeños lugares nos están esperando, de lo necesario que somos el uno para el otro en cada parpadeo y de lo que nos queda, por haber nacido así de curiosos. Eso sí, entre revolcones y engaños, descubriste mis cosquillas. Es algo con lo que debes contar. Al fin y al cabo, somos ciudadanos de un lugar llamado...
No me juzgues por lo que pretenda, quédate con lo que te transmita, lo que digan mis labios pálidos a pesar de lo que te pueda costar entenderlo, únicamente estoy invirtiendo en tus sueños. Has conseguido que no le de valor a la vergüenza ni importancia a las mentiras piadosas, sólo contigo seré YO, histórico, pictórico e íntimo, con ganas de abrirte los ojos, de poner ante ti más metas de las que tu imaginación cree alcanzar y de llegar a querer(T) compartir lo sumiso de nuestros dedos. Vamos a contar los días con miradas. Una pequeña porción de ti.

1 comentario:

  1. Yo también quiero invertir en tus sueños. Increíble como siempre.

    ResponderEliminar